23 de julio de 2015

Cerrado por vacaciones

Este invierno ha sido intenso, muchos cambios y actividad: desarrollo de proyecto, equipo, colaboración, retos, oportunidades...

Personas que llegan y otras que se van, pero en definitiva que dan sentido y hacen posible Factoría Colaborando.

Final de Julio y seguimos trabajando,  pero el verano es para disfrutarlo también: aprovechar el Sol, el tiempo libre,  la familia, y sobre todo, un merecido descanso.

Recargar energía es necesario y a ello dedicaremos el próximo mes, Septiembre llegará pronto y volveremos a estar con todos vosotros para seguir compartiendo y aprendiendo...

Feliz verano!!!

16 de julio de 2015

Antes de buscar nuevos talentos, asegúrate de que no estás desperdiciando el que ya tienes

Los departamentos de recursos humanos invierten mucho tiempo y dinero en hallar nuevos talentos para cubrir las necesidades de las empresas. Y, aún en épocas de crisis como la actual, no escatiman en recursos para fichar a los mejores.

Pero, con frecuencia, pasan por alto lo obvio: entre su capital humano seguramente se encuentren ya "los mejores", lamentablemente desaprovechados.

Cada nuevo empleado conlleva, como mínimo, un período de aprendizaje y adaptación que, sumado al período de selección, se traduce en un gasto notable. Y cuando al fin su rendimiento debiera ser al 100%, se corre el riesgo de que no empatice con la empresa y haya que volver a empezar.

Es preciso analizar detenidamente al personal interno, que a menudo es el mejor conocedor de las fortalezas y debilidades de la empresa, y redescubrir el talento oculto en nuestros equipos. El personal ya fidelizado tiene mucho que decir... si alguien se molesta en preguntarle.

Esta infografía de Alfredo Vela nos proporciona siete claves para mejorar el clima laboral y hacer aflorar ese talento interno: formar, estimular, comunicar, escuchar, medir, promocionar y recompensar.




Como dice el tango, "El que tenga un amor, que lo cuide, que lo cuide...".




                                                                               Mar Pérez Negreira

9 de julio de 2015

Recomendaciones operativas para dinamizar una reunión

     


    En el inicio y encuadre de la reunión:

  1. Es recomendable abrir la reunión “recordando”, de forma muy sintética, los motivos por los que es necesaria (que tenga sentido ayuda a que la gente se implique), así como cuáles son sus objetivos (qué resultados concretos se pretenden). Esto es lo que entendemos como encuadre de la reunión.
  2. Una obviedad: realizar un turno de presentación entre las personas que asisten, en caso de que no se conozcan.
  3. Recordar”, de forma muy sintética, los tiempos de duración de la reunión; tanto en global, como para cada uno de los puntos a abordar (ayuda a que las personas participantes se conciencien de la necesidad de ser efectivas).
  4. En función de las necesidades del grupo y su trabajo, así como del grado de formalización de la reunión, podrá refrendarse el orden del día propuesto; o, incluso, incorporar o eliminar temas, cambiar la secuencia con la que se abordarán, etc. Siempre y cuando esto no lastre en exceso lo principal: el desarrollo eficaz del encuentro.
  5. Si la reunión no tiene orden del día, proponer uno, explicar su “razón de ser” y acordar la secuencia con el grupo. Si hay personas que proponen alguna variación, y el grupo se muestra receptivo (hay que observar y estar atento al feed-back), introducirla y cerrar el acuerdo (si es posible; si no proponer su abordaje en el siguiente encuentro. La cuestión es poner en valor la propuesta).
  6. Lo importante es facilitar, y hacerlo visible, la corresponsabilización del grupo con el desarrollo y la eficacia del encuentro.
    Adentrándose en el desarrollo de la reunión:

  7. Principiar el tratamiento de los temas en el orden acordado (lo contrario tiende a generar sensación de desorden).
  8. Intentar respetar lo máximo posible los tiempos marcados para cada uno de ellos.
  9. Genéricamente, al abordar un tema realizaremos dos movimientos (con matices, claro: no es lo mismo abordar un punto meramente informativo que otro marcadamente abierto y deliberativo):
    De apertura y exploración:
  10. Centrar claramente el tema que se aborda. Por ejemplo, antes de lanzarse a la discusión de un problema, formularlo, definir claramente cuáles son los hechos, y verificarlos.
  11. La persona que “conduce” la reunión sondea la opinión del resto sobre el tema; respetando todas las posturas y sin desperdiciar ninguna aportación. Esto es lo que se busca; sacar a la luz todas las perspectivas presentes.
  12. Para esto, puede estimular la participación mediante una ronda de intervención (hablan todas las personas), moderando los turnos de palabra, formulando preguntas (al grupo o a personas concretas), proponiendo el empleo de una técnica, etc. Por ejemplo, con grupos de más de 10-15 personas será aconsejable combinar el trabajo en pequeños grupos con un contraste, en gran grupo, de sus conclusiones.
  13. La persona que conduce la reunión debe procurar canalizar las tensiones que se vayan produciendo. Lo primero es estar atento a su aparición (que puede ser muy “soterrada”). Lo segundo, formularse una hipótesis de su por qué (“qué hay detrás”). Lo tercero, intermediar (siempre que sea neceario, y siempre en función de la hipótesis) para suprimirlas, atemperarlas o, si es necesario para avanzar, poniéndolas “encima de la mesa”. Se puede intermediar a través de la moderación (trabajando "sobre" las personas) o a través del empleo de una técnica de trabajo en grupo (que modifica el “espacio” de forma que "atempera" la aparición de esas tensiones); en este último caso, la opción más lógica es intentar prever los conflictos potenciales en el diseño de la reunión. Recordar, en cualquier caso, que el conflicto no es malo en si, puesto que denota la realidad del grupo; la clave es canalizarlo de forma que pueda avanzar.
    De cierre e integración:
  14. La persona que conduce la reunión irá haciendo visibles para el grupo aquellas ideas que vayan surgiendo en el debate y que expresen aspectos parciales de consenso. Son “resoluciones” desde las que se puede avanzar.
  15. Por lo tanto, irá anotando y ordenando las aportaciones que vayan apareciendo (es muy útil hacerlo a través de un panel, una pantalla, etc.; a la vista de todas las personas participantes). Cada vez que identifique y traslade al grupo un punto de “resolución”, y obtenga una respuesta positiva (si el grupo no lo ve, no hay resolución), “centrará” al equipo en un nuevo nivel de diálogo (la idea es que “si todos estamos de acuerdo en esto”, podemos avanzar e ir cerrando el foco del debate). Nuevamente, es importante observar y estar atento al feed-back del grupo (que no es solo verbal; hay gestos, movimientos, etc. que lo expresan).
  16. El enfoque es ir cerrando acuerdos parciales, a medida que se vayan alcanzando, para avanzar hacia una resolución final para el tema abordado (no necesariamente tiene que ser la “definitiva”; pero es la resolución a la que llega el grupo en ese momento y le sirve para avanzar).
    "La pregunta es uno de los instrumentos más poderosos que se hallan a vuestra disposición para dirigir, estimular la discusión y hacer participar constantemente a (todas las personas) del grupo. Podemos decir que el arte del animador se identifica con el de formular las preguntas como es debido, en los tiempos debidos y a quien es debido (...) si os gusta la precisión, recordad que un buen animador hace cinco preguntas mientras interviene una sola vez de otra forma". 
    André Coqueret. "Como se prepara y dirige una reunión". Editorial Nova Terra. 1985. P. 28.
    En el cierre de la reunión:

  17. Es muy recomendable terminar la reunión sobre la hora prevista (transmite fiabilidad y sensación de resultado; aunque algún tema más secundario se quede en el tintero).
  18. Haciendo una síntesis de las conclusiones y decisiones establecidas en cada tema abordado, así como de las responsabilidades y plazos asumidos por las personas que asistieron. En este sentido, es bueno “acordar” un sistema para el seguimiento de los acuerdos.
  19. (Opcional según el tiempo disponible, pero recomendable “de vez en cuando”) Abrir un turno de palabra en el que cada una de las personas que ha participado en la reunión explicite su evaluación de la misma. La evaluación reforzará la comprensión del trabajo realizado y del funcionamiento del grupo, lo que contribuirá a su desarrollo como tal.
  20. Fijar, si corresponde, la fecha de la próxima reunión.
    Posteriormente:

  21. Con posterioridad a la reunión, y sin dejar pasar mucho tiempo, será muy conveniente enviar a cada una de las personas que asistieron, y también a aquellas que no pudieron hacerlo, un informe de la misma (dependiendo del grado de formalización de la reunión, un acta).
    Jorge Fente.